Trofeo Caza y Conservación
TIEMPO DE CHICHARRAS...
Llegamos a la época veraniega, para muchos la mejor estación, la de las vacaciones, la playa, las fiestas patronales y demás jolgorios. Es época de aglomeraciones y de celebraciones multitudinarias. En cambio, en nuestro universo cinegético, este mes es época de soledad, de tranquilidad y de caza con uno mismo. Cazamos en la mayoría de las ocasiones solos, bajo la eterna tutela del campo y, como mucho en compañía de nuestros perrillos. Cazamos al corzo, a rececho, aprovechando la época del celo, esa en que nadie sabe –ni los machos– los motivos por los que se arriesgan tanto y acometen conductas absurdas y temerarias. Vamos tras ellos y, como solamente nos acompañan nuestros pensamientos, llegamos a conclusiones sobre sus comportamientos que nos tienen que «remover» gracias al artículo de este mes, un escrito muy interesante que nos saca de dudas sobre el pre-celo de los corzos sobre el que, evidentemente, muchos están errados. Antiguamente nuestras grandes aves esteparias, tanto migratorias como sedentarias, se podían cazar; hoy está prohibida su caza, lo que no impide que queramos conocerlas un poco más cuando tenemos la suerte de verlas en el campo o adornando con su espectacular plumaje muchas casas de campo con sus colas y sus barbas, tan singulares. El sisón, aunque más pequeño, era más esquivo y más escaso, pero en su día no menos interesante desde el punto de vista cinegético, con sus grandes bandadas arribando a nuestros páramos a finales del invierno... ¡Y qué vamos a decir de las esperas en esta época estival! Esos momentos que, en la paz de la noche, sirven para acelerar los corazones, imaginando mil lances en la oscuridad y tranquilidad nocturna, haciendo de cada sombra un fantasma y de cada crepitar los pasos del gran macareno. Ratos en los que da tiempo a todo, desde soñar, ilusionarse o, incluso, ordenar pensamientos. En caza internacional nos asomamos a las historias de temidos leones devoradores de hombres. Un repaso a los desmanes de aquellos animales que, por unas razones u otras, se dedicaron a buscar su alimento en el mundo de los humanos, por comodidad, facilidad o necesidad, pero que fueron dolorosamente dañinos... Hechos que, sin duda, nos ilustran sobre esa peligrosa frontera en la que los intereses de la naturaleza y los de la civilización humana se enfrentan. Julio es tiempo de caza, de vacaciones y también de lectura. Por eso, desde estas páginas, esperamos que en estos ratos de ocio y canícula encuentren un espacio donde aprender, soñar y seguir disfrutando de la caza. Seguir leyendo
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