El Faro de Melilla
PANTALLAS, LA NUEVA PANDEMIA
No acongoja tanto como una pandemia o un virus letal que ponga en jaque a la humanidad como por desgracia hemos vivido no hace demasiado. Pero no por ello conviene darle la espalda porque no sabemos con precisión sus consecuencias a largo plazo. Ya hay quienes alzan la voz en contra del excesivo tiempo que los niños y jóvenes pasan delante de las pantallas de sus móviles, tablets, portátiles o cualquier otro ingenio que les prive de lo que se hacía antes de que salieran al mercado. Es otra especie de pandemia, que extiende sus tentáculos en la base con los más pequeños; silenciosa, pero que no podemos obviar pues son serios los avisos que los expertos lanzan a la sociedad por el daño que esta cultura ya asentada puede provocar, tanto para la salud, a nivel conductual, el sueño, etc. En Melilla no escapan a estos inputs de advertencia, cada vez más numerosos. Al prestigioso neurólogo melillense Jesús Romero Imbroda la Sociedad Española de Neurología le ha encargado, junto a la doctora Ana Gago-veiga, responsable de la Unidad de Cefaleas del Hospital Universitario de la Princesa (Madrid), un informe a modo de advertencia sobre el uso excesivo de las nuevas tecnologías, las pantallas, y el impacto sobre la salud cerebral y mental, sobre todo centrado en la última década porque el impacto ha sido vertiginoso. “Hay que alertar porque puede dar lugar a patologías de salud mental”, avisa Romero Imbroda, a quien le cuestionamos sobre esta alerta es veraz, si hay un problema real que pueda equipararse, salvando las distancias, a algo así como una pandemia. “Creo que sí. El principal impacto o cambio de paradigma que se ha producido en la sociedad en el siglo XX y XXI no fue ni el 11-S, ni la guerra de Irak, ni el efecto 2000 o algo similar, sino la pérdida del papel como soporte del conocimiento, cambiándolo por las pantallas. Y eso tiene muchos inconvenientes por la vulnerabilidad que tiene el ser humano de hacerse adicto a cosas, sean sustancias o no, como el tabaco, el alcohol o las tecnologías, porque modifican la manera de comportarnos, de aprender, de comunicarnos. Pese a estar en la época de mayor conectividad puede generar mayor aislamiento. Hasta altera el saber escribir. En un tiempo solo haremos texting sobre un teclado, la ortografía y los correctores, etc.”, describe sobre el mundo que tenemos delante. El informe, según comenta, se encuentra en fase de borrador y se conocerá en los próximos meses. Aunque no es preciso esperarlo, hace ya tiempo que numerosas instituciones, asociaciones y ongs han alzado la voz mediante estudios que demuestran que, como mínimo, y como apunta el propio Imbroda, habría que hacer una profunda reflexión. El 78% dice estar enganchado Uno de los últimos en conocerse lo firma Aldeas Infantiles junto al Observatorio de la Adolescencia. Una encuesta con la participación de 150.000 estudiantes cuyo dato más revelador dice que el 78% de los adolescentes afirma tener un nivel de enganche ‘medio alto’ a las pantallas, a los dispositivos electrónicos, y que uno de cada tres visita páginas de pornografía. Un SOS en toda regla que conviene vigilar. El doctor Romero Imbroda fundó en 2009 la clínica de Neurociencias IMBRAIN, en su Melilla natal, donde diagnostica, trata y restaura dolencias del sistema nervioso, un centro experto en neurología, psiquiatría y trastornos del sueño, entre otros. Es jefe del Servicio de Neurología del Hospital Quirón en Málaga y Marbella además de diputado delegado de Asuntos Universitarios por el PP en la Asamblea autonómica. Menciona que en algunas consejerías de Educación, como en Madrid, se está restringiendo el uso de las tabletas en las aulas porque es necesario el contacto visual con el maestro y la tareas clásicas, “porque sí sabemos cómo moldean el cerebro y los cambios positivos que generan en el aprendizaje y la construcción del individuo”. Está conforme con que el problema no es el uso sino el mal uso, es decir, el abuso, y reconoce que no es fácil de restringir ya que la capacidad de enganchar de estos dispositivos es muy elevada, tanto para menores como para adultos. “Le ponen de todo, desde linterna a radio, cámara de foto, conectividad para las redes sociales, videojuegos, etc., es muy difícil no tenerlos presentes todo el tiempo. Te llevan a engancharte, por ejemplo las redes sociales porque te incluyen likes, imágenes impactantes en pocos segundos, etc.”, subraya. Toda una “invasión”, así la llama, que sobrevuela a los escolares y a la infancia. Y se pregunta: “¿Cuándo se le da un teléfono a un niño? Porque genera mucha adicción, síndrome de abstinencia, etc. Todo lo que sea exposición a luz retrasa la generación de melatonina, la hormona del sueño. La pantalla puede suponer insomnio crónico, se perjudica el rendimiento escolar, alteraciones del sueño... Se recomienda dejar el móvil fuera de la habitación o apagado, pero no llevártelo a la cama porque no paras de verlo y te haces un siervo de las tecnológicas, que ganan mucha pasta gracias a la capacidad adictiva que tenemos”, enumera sobre los perjuicios que estos dispositivos presentan en unos menores que, además, son los que más horas de sueño necesitan para su desarrollo. “Claro, les perjudica más que a nadie y les crea un empeoramiento de la atención, o niños con síndrome de hiperactividad que no descansan más y se vuelven más irascibles o les merma el rendimiento académico por la carencia de sueño. Todo eso impacta en el aprendizaje”, añade sobre la carencia de horas de sueño. Profunda reflexión Ante este panorama, el especialista melillense destaca que es preciso hacer esta reflexión para proteger a la sociedad. “Un cuchillo en manos de un cirujano salva una vida pero ese mismo cuchillo en manos de un asesino la quita. Se necesita más información”, advierte con un ejemplo impactante. Señala que es evidente la mejora de la sanidad con las nuevas tecnologías, poniendo como conquistas y avances el uso de la Inteligencia Artificial, la realidad virtual y aumentada, dispositivos para monitorizar la actividad física, técnicas y aplicaciones para enfermedades o el uso del big-data, exoesqueletos o la telemedicina. Los videojuegos pueden ser buenos para mejorar la psicomotricidad. El problema, según dice, es que, como todo en la vida, el exceso puede ser negativo. En el plano educativo se debe reflexionar sobre cuántas horas se puede usar un ordenador o si es. Seguir leyendo
Las tarifas que se muestran se aplican a las compras a través de la plataforma web de Kiosko y Más