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MANUEL MARCHENA LA JUSTICIA AMENAZADA

El Cultural

MANUEL MARCHENA LA JUSTICIA AMENAZADA

La colisión entre el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional parece inevitable. Las dos Españas a garrotazos de Goya han retornado. En una operación política magistral, la Transición consiguió trasvasar a la nación desde la dictadura a la democracia pluralista plena. A lo largo del último medio siglo España vivió en paz, libertad y progreso. La torpeza de algunas instancias políticas impidió que se diera continuidad a la completa expresión democrática. En los últimos años el poder ejecutivo se adueñó del legislativo y pugna ahora por controlar el poder judicial. De la democracia profunda creada en 1978 solo queda ese poder judicial, y acosado. Los jueces, algunos, no todos, mantienen la libertad de la ciudadanía. El Tribunal Constitucional, en gran parte manejado por el poder ejecutivo, está preparado para enfrentarse con el Tribunal Supremo. Manuel Marchena simboliza hoy el máximo prestigio judicial, la autoridad suprema de la Justicia imparcial e independiente. Acaba de publicar un libro: La Justicia amenazada (Espasa), con éxito desbordante. Casi todos los alfiles del poder sanchista se han puesto en movimiento para denigrar a este juez ejemplar, intocable no solo por su sólido prestigio, cimiento de la ciencia jurídica, también por su conducta personal intachable. Tendrá defectos el juez Marchena como los tenemos todos. Pero ante la inundación del estiércol, la España democrática depende de que jueces como Marchena sean capaces de mantener la independencia, garantizando el ejercicio del poder judicial. Si un Tribunal Constitucional en gran parte politizado les derrotara, podría el ciudadano hacerse la pregunta de San Agustín en La ciudad de Dios: “Sin la Justicia, ¿qué son los reinos sino una partida de salteadores?”. El acoso al Consejo General del Poder Judicial y la manipulación de la Fiscalía General, unidos a la embestida contra los jueces independientes significan, según Manuel Marchena, que la Justicia está abiertamente amenazada. En su libro, escrito, frente a tanta calderilla literaria, con notable calidad, dominio de la construcción sintáctica, adjetivación discreta y certera metáfora, Manuel Marchena desmonta la situación de la Fiscalía General. Se lamenta por la inviolabilidad de la casta política, denuncia sus blindajes y privilegios y se refiere a la violencia contra la mujer y al odio como delito con palabras contundentes. Analiza más tarde la prisión preventiva y expresa ciertas dudas sobre el Jurado. “Algunos de los delitos sobre los que ha de pronunciarse el jurado exigen conocimientos jurídicos difíciles de abarcar”, escribe. En contraste con los rebuznos tertulianos, estudia Manuel Marchena los cambiantes conceptos de imputado, investigado y procesado. Y dedica deslumbrantes páginas a la inteligencia artificial y al juez robótico. Despierta en el lector la incertidumbre sobre algo que vendrá de forma ineluctable y alterará la concepción que hoy tenemos de la administración de la Justicia. Impasible ante la avilantez de la política encharcada que le acosa, Manuel Marchena piensa que es imprescindible la renovación del Consejo General del Poder Judicial y apunta los caminos que deberá recorrer la necesaria transformación. Concluye exigiendo la fijación inaplazable de la expiración del mandato de los vocales de la institución. Ah, y una espina entre tantas rosas: la lentitud de la Justicia. A los jueces no se les debe urgir. Es necesario que las diligencias, las investigaciones, los interrogatorios se hagan sin prisas con el debido rigor. Pero hay que agilizar los procedimientos, porque la demora en las decisiones judiciales puede convertir a la Justicia en injusticia. Manuel Marchena, en fin, ha puesto al alcance del lector el mundo de la juridicidad. En medio del asedio de tantos vertederos, se trata de un esfuerzo hercúleo para trasladar incluso al mundo intelectual el alcance de la nueva terminología y con especial atención a la formación de los jueces que empiezan, tal vez porque Marchena conoce bien a nuestros clásicos y comparte la idea de Quevedo en Política de Dios...: “Menos mal hacen los delincuentes que un mal juez”. Pero no desviemos la atención. En un momento en el que están a punto de colisionar el Tribunal Supremo y el Tribunal Constitucional, Manuel Marchena no solo representa la máxima autoridad española jurídica y judicial. Se ha convertido en uno de los diez hombres clave de la vida nacional. Seguir leyendo

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